Medio siglo es un periodo de tiempo suficientemente dilatado para observar como antes los requerimientos para la concepción de un estadio de fútbol como el Camp Nou sociológicamente tenían que ver con motivar el orgullo de una sociedad en fase de crecimiento. Desde la arquitectura y el urbanismo atendían a la racionalidad en su concepción técnica, descubriendo nuevas maneras de construir y explotar las cualidades del hormigón armado, tanto para la formalización de estructuras de grandes luces como para experimentar las posibilidades plásticas en la definición de fachadas y volúmenes. Pero, sobretodo, prevalece la responsabilidad de estructurar un ámbito de la ciudad todavía desdibujado en la Barcelona de 1950, actuando como catalizador del emergente carácter residencial del distrito de Les Corts para conectarlo con el área Noroeste de la ciudad, en plena fase de expansión y especialización como zona universitaria y deportiva hasta la Avenida Diagonal, eje vertebrador de la ciudad.
El proceso de introducción de nuevos valores estilísticos que definirán la arquitectura moderna catalana (después del GATCPAC, ahora la voz del Grup R suena con contundencia y la difusión de su trabajo, atraída por los CIAM y el Team X, conecta a la ciudad con las tendencias europeas) se evidencia en el ámbito tipológico de los edificios destinados al espectáculo que como el Camp Nou se están construyendo en Barcelona (Canódromo Meridiana, Cines Fémina, Liceo, Auditorio Manén, Palau dels Esports, etc.). Por otro lado, el conocimiento de la arquitectura que se construye fuera se limita a los medios de difusión disponibles: revistas especializadas de la época (Proa, Informes de la Construcción, Bauwelt, Architectural Record, Schweizerische Bauzeitung, etc.) y a partir de aquí, viajes, postales y poco más.
Hoy las ciudades se transforman a un ritmo frenético y a menudo la arquitectura es el estigma y a su vez la paradoja: la expansión de la urbe responde a valores que orquesta la sociedad de consumo, y no  entiende de fronteras a la hora de tomar referencias para sus modelos de desarrollo. Prevalece la idea de lo que se quiere hacer, se puede hacer, y vivimos el apogeo de la cultura económica, tecnológica y mediática: la revolución de la comunicación, con Internet a la cabeza y la vasta red de medios informativos existentes no son comparables a los anteriormente citados de hace 50 años.
Esto ha transformado los objetivos de la arquitectura, que explota su papel iconoclasta y se alza como figura capaz de seducir con sus formas y luces, con un nuevo papel que va más allá de la huella física sobre la ciudad, como sucedió con el Guggenheim de Bilbao, verdadera catapulta para la proyección internacional de un lugar.
Este efecto se multiplica en el caso de un edifico destinado a la actividad deportiva por excelencia (el Allianz Arena y el estadio de Wembley son verdaderos coliseos del siglo XXI), y explica la “deformación” de su programa, que ha pasado a ver como colonizan sus entrañas áreas destinadas al merchandising, empresas, mass media, etc.
Resulta interesante la agrupación de los 10 proyectos del concurso internacional seleccionados para la remodelación del estadio del Club de Fútbol Barcelona con el Camp Nou de 1957, del que se presenta su formalización y concepción para comprender sus condicionantes, y comparar la evolución de la manera de abordar hoy un proyecto de estas características (y en consecuencia de la arquitectura en general), así como sobrevolar la transformación de la ciudad en los últimos 50 años desde su punto de vista urbanístico, constructivo, así como sus valores estéticos, económicos, sociales y representativos.

Estel Ortega Vázquez