El XXXIV Curset de la AADIPA de este año 2011 está dedicado a la intervención en las construcciones destinadas a la defensa.
Desde la antigüedad hasta nuestros días se han construido
arquitecturas de defensa colectiva, aisladas o formando parte de una red,
como murallas, castillos, torres y refugios, que han servido para vigilar,
proteger o controlar un enclave singular, una ciudad, un territorio, una
vía de comunicación o una línea de frontera.
Las arquitecturas de defensa han llegado a nosotros convertidas en arquitecturas
singulares que muy a menudo caracterizan el paisaje y el territorio donde
se encuentran. También han llegado cargadas de un significado que
determina la valoración como un elemento propio y de identidad
de la colectividad, o como símbolo de una dominación impuesta,
o como un elemento obsoleto que estorba. La percepción del significado
influirá en la voluntad de conservación, o en el olvido
y destrucción.
Las construcciones de defensa son arquitecturas funcionales que no se
pueden entender sin tener en cuenta el armamento y las estrategias de
ataque de la época a que tenían que hacer frente, con pocas
concesiones a la decoración. Los importantes recursos que se dedican
a las fortificaciones, se invierten en la calidad constructiva y en conseguir
una apariencia imponente e inexpugnable donde el aspecto de arquitectura-propaganda
es la principal voluntad expresiva.
Precisamente, los cambios en el armamento han ido dejando obsoletas las
diferentes tipologías de fortificaciones. Entonces, o han sido
abandonadas, o destruidas deliberadamente, o bien destinadas a otros usos.
Sólo desde la consideración de toda la historia y de todos los significados que hay implícitos en cada arquitectura se puede abordar la intervención en el patrimonio defensivo. Hay que entender cómo se utilizaba el sistema de ataque y el sistema de defensa, saber de quién se defendían y a quién atacaban, quien la hacía servir y como se vivía en ella. Entender el papel que jugaba en el territorio y en la sociedad. Hay que analizar en qué momento la construcción defensiva queda obsoleta y cómo se abandona, o bien se destruye deliberadamente o se reutiliza y si, mas adelante, se revaloriza y se reconstruye.
Hay que plantear cuál es el papel de este patrimonio en el momento
actual, el significado que tiene ahora y el discurso histórico
que se desea que explique; su valor como documento histórico para
el conocimiento de su época y de las técnicas constructivas
que se utilizaban.
Es esencial, y a menudo el principal problema, definir cual será
su uso. Es necesario encontrar un uso idóneo a las necesidades
del momento, más allá de la mera visita turística,
y al tiempo que respete el monumento. Finalmente, hay que plantear con
qué criterios se restaurará y adecuará a las necesidades
derivadas del uso definido y resolver los conflictos que se produzcan.
Las respuestas surgirán de la colaboración de la historia,
la arqueología, la arquitectura, el urbanismo y el paisajismo,
y de las necesidades de la gestión, de la propiedad y de la ciudadanía,
destinataria del disfrute de los bienes culturales y con derecho a un
conocimiento histórico completo y crítico.
Anna Albó Riera
Dídac Gordillo Bel
Directores del XXXIV Curset AADIPA
Jornadas Internacionales sobre la Intervención en el Patrimonio
Arquitectónico